Casi todos ya sabéis cómo y dónde nos conocimos... hace ahora prácticamente once años y medio. Pero seguro que no estáis al tanto de los detalles de la primera vez que se cruzaron nuestras miradas... en un momento donde no existía nada más que ella y yo y que ha marcado nuestra vida para siempre. Jeje, dicho así pare un momento idílico, y para nosotros lo es, aunque dista mucho de lo que normalmente se puede entender como idílico...
Estábamos haciendo cola en la recepción de los apartamentos de 'Mitch Bucanan' en Salou para que nos dieran las llaves de la habitación donde íbamos a pasar las vacaciones de la Semana de Pascua del 98 con nuestros amigos. Teníamos 20 añitos recién cumplidos. Yo, con unas pintas lamentables, con barbas de varios días, con la pierna escayolada y unas muletas (estuve a punto de perderme el viaje por una rotura de ligamentos que me hice jugando a baloncesto) y jamando muslos de pollo que nos había preparado la madre de Borja para comer el primer día. Por supuesto, toda la grasilla del pollo cayendo por las manos y resbalando por las barbotas. Ella, como siempre, perfectamente ataviada para la ocasión (sí, hasta para hacer cola en una recepción se puede ir vestida para la ocasión). Ya sabéis, es pura física, los polos opuestos se atraen.
Ella estaba en la cola justo antes que yo. En ese momento no hablamos, sólo nos miramos... Pero nos tocó en habitaciones contiguas y no tardamos en hablar por primera vez...
¿Quién nos iba a decir que pasaríamos el resto de la vida juntos?
En la imagen: Foto de las dos cuadrillas en la estación de autobuses antes de volver a casa. En ese momento tenía dentro de la escayola un batallón de hormigas haciendo cosquillas...
